Ya sea en las paredes de una casa, en una barda, o en la tierra misma, una grieta es la manifestación más elocuente de la ocurrencia de un sismo, una especie de (cuasi sempiterna) marca registrada, que genera temores y fortalece la desconfianza.
Para los temblores de octubre de 1979, los residentes de Mexicali testificaron las grietas que surgieron alrededor del sitio del epicentro, por el poblado Compuertas, a la orilla del canal 'Todo Americano', y de los campos agrícolas de aquel lugar (hoy la mayor parte de esa zona, es ocupada por el puerto fronterizo).
Durante el evento del 4 de abril, diversos testimonios de residentes del valle, confirman lo que era de suponerse: Que el resquebrajamiento de la tierra ocurrió como resultado directo del movimiento de magnitud de 7.2: La tierra reventó ante sus ojos.
Y hubo de grietas a grietas. La más profunda fue de 56 pulgadas (algo así como cerca de un metro y medio), según pudo observarse a través de los noticiarios, cuando uno de los residentes, con cinta de medir en mano, se acercó a la hendidura.
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