Las recomendaciones académicas sobre la redacción periodística, ponen especial énfasis en evitar el uso de adjetivos, simplemente porque convierten la información en poco precisa, en ambigua; sin embargo, son utilizados por ser un recurso sencillo para salir del paso, al momento de redactar.
Algo parecido ocurre con palabras que el reportero-redactor considera que significan una cosa, cuando en realidad es lo opuesto.
La cobertura periodística sobre los sismos, fue, y lo es actualmente, una fiesta de adjetivos y palabras mal utilizadas, como los siguientes:
'Severos daños': La severidad sísmica no fue igual para un urbano que sólo sufrió la pérdida de su tv, a la de un rural, que perdió el hogar.
'Pérdidas económicas cuantiosas': Cuando el representante de la autoridad, informó en dinero contante y sonante, que los daños materiales eran equivalentes a 1.5 mil millones de dólares, nos quedó más claro a todos la magnitud.
'Pésimas condiciones': Un redactor de medios impresos ingenioso, habría buscado referentes para hacer ver al público las condiciones que observaba; sin embargo, para un reportero televisivo que tiene el apoyo de las imágenes, es imperdonable.
'Afectaron grandemente': Sin palabras.
'Edificios colapsados': Colapso es igual a caer y arruinarse. Una cosa son las rampas del estacionamiento del gobierno del estado, y otra distinta, escuelas con fracturas estructurales.
'El valle devastado': Para que esa frase fuera la muestra de un periodismo objetivo, reflejo de la realidad y la correcta utilización del lenguaje, entonces, 200 mil hectáreas correspondientes a doce de las catorce delegaciones (excepto Palaco y San Felipe), debieron quedar en cenizas.
'La muerte del indigente': Los asesores del gobernador del estado, en el apuro del momento, no supieron qué vocablo utilizar para designar a una persona que falleció y que nadie de su comunidad conocía, así que orillaron al mandatario a que dijera que uno de los muertos durante el terremoto, era un 'indigente', que significa alguien que no posee medios para su subsistencia, cuando la palabra adecuada era 'forastero' o 'fuereño', porque el caballero del fin trágico, trabajaba en los campos agrícolas, por lo tanto sí poseía recursos aunque limitados, pero no era originario de la región.
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