sábado, 14 de mayo de 2011

NO estamos preparados para un terremoto... pero deberíamos

Cuando preguntan si estamos preparados para un terremoto, supongo que el ciudadano interesado, desea saber si los edificios son resistentes, y si hay capacidad de respuesta de los cuerpos de emergencia; ante eso es importante establecer (tomando en cuenta lo señalado por los expertos, cuyas opiniones las puedes ubicar en este blog) que:

1) NO existen las construcciones indestructibles. Incluso, un terremoto de M= 5.0 que atraviese la zona urbana, pudiera causar más estragos que el del 4 de abril de 2010. Son varios los factores que intervienen, uno de ellos, es la profundidad del hipocentro.

2) El hecho de que una edificación haya librado el M=7.2 sin aparentes daños mayores, no la convierte en un superedificio, solo los expertos en peritaje pueden determinarlo (y aun no tenemos una idea clara de las condiciones de los edificios, sobre todo los públicos).

La creencia de que 'si mi casa aguantó uno de 7.2, puede aguantar cualquiera', es un razonamiento equivocado y peligroso.

3) La zona urbana de Mexicali cuenta únicamente con 3 (tres) estaciones de bomberos y 2 (dos) de la Cruz Roja, para atender a una población de casi 1 millón de personas. Partiendo de ese dato, podemos establecer conclusiones.

Sobre este aspecto, existe otro razonamiento falaz, y es que algunos mexicalenses suelen estar tranquilos al pensar que ante una catástrofe, tendríamos el apoyo del gobierno de California. Pero olvidan que un terremoto en cualquiera de las fallas que nos rodean, afectaría a localidades de ambos países, y el gobierno norteamericano acudiría, primordialmente, en auxilio de sus connacionales.

4) Dicen los expertos que la mejor protección es la prevención, y nuestra cultura preventiva ante desastres naturales es prácticamente nula. Tendemos a depender de las acciones de otro, y en este caso, de la autoridad, sin considerar que en nuestro hogar, somos nosotros los que tenemos la palabra.

Una preparación hogareña elemental debería de incluir, el reacomodo o retiro de los ornamentos (figuritas decorativas, candelabros, cuadros de pinturas, fotografías), hasta la reubicación de los tanques de gas, los aparatos de refrigeración, y cualquier otro elemento superfluo o no, que solo incrementa el riesgo de convertirse en proyectil o estorbo ante un terremoto.

5) El problema de los sismos es la inminencia, es decir, sabemos que el terremoto va a ocurrir, pero no sabemos cuándo (es más, no estamos seguros de si viviremos para vivirlo. Miles de mexicalenses, por ejemplo, los que fallecieron antes del 4 de abril, nacieron y crecieron, sin sentir un movimiento brusco de la tierra).

Y el problema se incrementa (irónicamente) cuando deja de temblar, o cuando deja de ser perceptible al humano (por lo general, movimientos menores a M= 3.0), porque el sentido de alerta desaparece, y con ello, la preocupación e interés por mejorar nuestra capacidad de preparación y reacción.

Reconocer que vivimos en una zona de alto riesgo debería servirnos para actuar, y no solo como motivo de orgullo mal entendido: 'Somos ultra resistentes, soportamos calores y terremotos'.

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